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La senda del río Guadamía, entre Llanes y Ribadesella

Ángela Delgado

 

En el extremo más occidental del concejo de Llanes encontramos una de las localidades turísticas más populares del oriente asturiano, Llames. Este pueblo asturiano atrae a cientos de visitantes en cualquier época del año, bien sea para disfrutar del espectáculo natural de los Bufones de Pría o bien para relajarse en la espectacular playa de Guadamía.

 

Sin embargo, en este post te propongo un plan alternativo, apto para todas las edades y carente de dificultad: recorrer la Senda del Río Guadamía, una de las rutas fluviales más atractivas de Asturias.

La senda del río Guadamía ©viajerosconfesos

El río Mía, Aguamía o Guadamía es el límite natural entre los concejos de Ribadesella (orilla izquierda) y Llanes (orilla derecha). La senda fluvial, homologada como ruta de Pequeño Recorrido (PR-AS-2649), y señalizada con marcas blancas y amarillas, forma parte de la antigua Vía Marítima de Agripa que recorría la Cornisa Cantábrica. Un trayecto circular de apenas 4 kilómetros, donde encontramos antiguos molinos, puentes romanos, pequeñas cascadas y un paisaje que se transforma al ritmo de las mareas…

La senda del río Guadamía ©viajerosconfesos

La senda paso a paso

 

Tras dejar nuestro vehículo en el gran aparcamiento habilitado a la entrada de Llames, debemos retroceder a pie ochocientos metros, y descender por una carretera secundaria señalizada con el mojón del Camino de Santiago del Norte, que encontraremos a nuestra derecha.

Doscientos metros nos separan del inicio de la senda fluvial. ¡No tiene pérdida! Sabrás que has llegado cuando veas el viejo puente, de origen romano, reconstruido en la Edad Media, y por donde se cruzaba el río Guadamía hasta que se construyó la carretera.

La senda del río Guadamía ©viajerosconfesos

Junto a él encontramos el memorial a Samuel Cachero, vecino muy querido que impidió que se vertieran purines a las aguas del río Guadamía.  A su vez, Samuel apostó por la creación de la senda fluvial, siendo sus vecinos quienes ejecutaron la obra en jornadas de sextaferias. Por estos motivos, la Senda Fluvial del Río Guadamía también es conocida como “La Senda de Samuel Cachero”.

Tras el puente encontramos una pequeña portilla que da acceso a la ruta -recuerda volver a cerrarla-. Este es un buen momento para recordar que toda la ruta transcurre por fincas privadas, por lo que es habitual encontrarse con vecinos que están haciendo labores domésticas, cuidando el jardín o el ganado, o sencillamente, disfrutando de la paz y la tranquilidad que otorga la naturaleza asturiana. Por este motivo es esencial que no te salgas de la senda – transcurre siempre paralela al río -, tratando de respetar al máximo la privacidad de los propietarios.

La senda del río Guadamía ©viajerosconfesos

Al final de la finca hay una segunda cancela que debemos atravesar. Así nos introducimos en el bosque de ribera, repleto de robles y avellanos. La exuberante vegetación que crece a orillas del río Guadamía y el murmullo de sus aguas, nos acompañará todo el camino, mientras el sol se cuela entre las ramas de los árboles. Un paisaje de lo más bucólico en cualquier época del año.

La senda del río Guadamía ©viajerosconfesos

Ten en cuenta que la senda fluvial del río Guadamía no está adaptada y, aunque no requiere de grandes esfuerzos, es necesario tener buena movilidad para andar entre las raíces de los árboles y sortear alguna roca.

La senda del río Guadamía ©viajerosconfesos

Pocos pasos más adelante aparece un viejo canal de un molino, el primero de los 4 que veremos en esta ruta. El Molinu del Picu, rehabilitado como vivienda, es el que mejor se conserva, y los otros tres se encuentran en estado ruinoso. Una muela colocada a modo de pasarela nos indica que debemos cruzar el canal y descender por las escaleras de madera.

Canal del Molino El Picu ©viajerosconfesos

Una sucesión de saltinos de agua muy vistosos y una poza que invita al baño, forman una estampa idílica muy inspiradora para tomar unas cuantas fotografías.

Poza y saltos de agua ©viajerosconfesos

Seguimos el camino de tierra paralelo al río y cruzamos en varias ocasiones de una orilla a la otra, utilizando las pasarelas acondicionadas para tal fin. Así llegamos al último tramo, realizado íntegramente en la orilla llanisca.

La senda del río Guadamía ©viajerosconfesos

Puente romano ©viajerosconfesos

Destaca en este trecho la presencia de arena en el sendero y una vegetación alternativa, que crece adaptada a la alta salinidad, generando un paisaje totalmente diferente al anterior.

La senda del río Guadamía ©viajerosconfesos

Pronto llegamos a la desembocadura del río Guadamía en el Mar Cantábrico, punto conocido como el Fiordo de La Xatera (la Siatera). En este lugar, exclusivamente en bajamar, podemos disfrutar de una recóndita playa fluvial rodeada de humedales. Si has cuadrado la ruta con la marea baja, adéntrate en el fiordo a pie, y llegarás caminando a la Playa de Guadamía. ¡Un momento increíble!

Playa fluvial ©viajerosconfesos

Los acantilados de Ribadesella y los Bufones de Pría

 

Teniendo como referencia la playa fluvial y, en función de la marea, tienes varias opciones para regresar y/o ampliar la ruta. ¡Toma nota!

Regresa por el mismo camino.  Una ruta tan cortita nos permite ir y volver por el mismo recorrido, no es un sobreesfuerzo y… ¡Siempre se descubren nuevos rincones!

Haz la ruta circular. Para ello solo debemos seguir la indicación “Senda Samuel”, y ascender por el único camino que hay a nuestra derecha, señalizado a su vez con el mojón de la Senda Costera de San Antolín – Guadamía GR- 204. En un breve paseo con vistas a las Sierras del Cuera y de Cueva Negra, llegarás al centro del pueblo de Llames.

La senda del río Guadamía ©viajerosconfesos

Descubre los acantilados de Ribadesella. Si haces la ruta en bajamar podrás ascender al área recreativa de Guadamía, perteneciente al concejo de Ribadesella. El sendero lo encontrarás en la orilla izquierda, y se comunica rápidamente con la carretera que lleva al área. El terreno próximo a los acantilados está lleno de cavidades de gran tamaño. Bajo nuestros pies se cuela el Mar Cantábrico. Estas cavidades verticales no están señalizadas, así que es muy conveniente extremar las precauciones, especialmente si vas con niños o mascotas. Si la marea te impide cruzar a la otra orilla, siempre puedes hacer el trayecto en coche.

Contempla el espectáculo natural de los Bufones de Pría. Ya sabes que con bajamar puedes adentrarte en el fiordo hasta llegar a la playa de Guadamía, una vez allí asciende hacia el pueblo y sigue las indicaciones a los bufones. Estas cavidades de origen kárstico del litoral llanisco son más pequeñas que las de la orilla  de Ribadesella. Este fenómeno natural es espectacular y se produce cuando hay marejada pues las grandes olas del Cantábrico crean una eyección de aire y agua cual géiser islandés. El bufón más llamativo tiene nombre propio, el “Bramadoiro”. En el caso de que la marea te impida llegar a pie hasta la playa de Guadamía, haz la ruta circular y atraviesa el pueblo hasta alcanzar los acantilados, será añadir un kilómetro de ida y otro de vuelta hasta llegar al aparcamiento del inicio.

En cualquier caso, antes de abandonar Llames, da un paseo por el pueblo. Destaca la bolera asturiana o la Capilla de San Saturnino, así como las preciosas casonas de vieja y nueva construcción. En una de ellas se encuentra La Pumarada, restaurante estupendo para reponer fuerzas con su comida casera, o para “rehidratarse” bebiendo unas sidrinas en la zona del merendero.

Si aún tienes ganas de más, aprovecha para visitar las villas asturianas de Llanes y Ribadesella/Ribeseya. Además de recorrer sus calles, puedes realizar más rutas de senderismo por el litoral, como la ruta de los Acantilados del Infierno, la Senda Costera de Po a Llanes, la costa jurásica, etc. O si prefieres adentrarte en las montañas, combínalo con excursiones por el primer Parque Nacional de España, los Picos de Europa.

 

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Foto de cabecera: Norbert Cabeza

Texto y fotos: Ángela Delgado ©viajerosconfesos

 

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