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Estrategia 2024: las habilidades directivas que requerirá un año lleno de incertidumbre

Los líderes empresariales volverán a trabajar en un ambiente de incertidumbre en 2024.A pesar de que la mayoría esperaban un período de tranquilidad y estabilidad, tras unos años convulsos, estarán obligados a enfrentarse a una nueva serie de desafíos como la crisis climática, la dependencia de los datos y la Inteligencia Artificial, la crisis de talento humano y los conflictos geopolíticos. Así lo recoge el estudio ‘Global Risk Analysis: Horizonte 2024’, elaborado por EALDE Business School.

En este escenario y en tiempos de incertidumbre, la habilidad en la toma de decisiones ágiles y la capacidad de gestionar riesgos se vuelven primordiales. “La rapidez de respuestas para adaptarse a cambios económicos repentinos y la capacidad de liderar en momentos de crisis se convierten en diferenciadores clave”, explica Roberto Pérez Marijuán, profesor del MBA de EALDE Business School.

Para Juan José Romero Crusat, experto en desarrollo de modelos de negocio y también profesor la escuela de negocios especializada en riesgos y dirección, “el líder es el responsable de guiar la empresa en ese entorno y por extensión, las habilidades que se precisan están directamente relacionadas con el momento que se está viviendo”. Este experto mantiene que “no es lo mismo gestionar personas en un contexto económico boyante en donde los números de alcanzan con relativa facilidad, que hacerlo en un entorno de crisis en donde cunde el pesimismo y el miedo, y el mercado no responde como les gustaría a las empresas. Las habilidades de gestión son diferentes en ambos escenarios”.

LAS 6 HABILIDADES DIRECTIVAS CLAVE QUE LAS EMPRESAS EXIGIRÁN EN 2024

Las habilidades que se precisan tienen que estar alineadas con los problemas que hay que resolver. Vivimos en tiempos muy dinámicos y competitivos, en donde la innovación es la clave. En este sentido, Juan José Romero Crusat sostiene que para ser eficaz en estos tiempos se precisa:

·        Visión de futuro. Más allá de la resolución de las contingencias del día a día, un buen directivo debe tener capacidad para detectar con antelación aquellas oportunidades y amenazas que afloran por el horizonte. De no ser así, su negocio perderá capacidad competitiva y puede correr el riesgo de ser desplazado del mercado por un competidor más hábil.

·        Flexibilidad. Planificar sigue siendo importante porque permiten anticiparse a las circunstancias, pero hay que tener capacidad para adaptarse en función de la evolución de los hechos. La meta nunca puede perderse de vista, pero hay que saber modificar el camino en función de las métricas que se van obteniendo.

·        Liderazgo contingencial. Las personas con talento nos aportarán ideas susceptibles de convertirse en propuestas de valor diferencial. Hay que aprender a gestionar personas con enfoque a la innovación, que es diferente a hacerlo con enfoque a la productividad. Para que surja innovación hay que empoderar a las personas y delegar responsabilidades, algo que se sale de lo que se hacía tiempo atrás.

·        Comunicación. Las habilidades de comunicación siempre fueron importantes, pero cobran mayor valor en entornos dan dinámicos en donde capturar la atención se torna muy complejo. Hay que aprender a sintetizar los mensajes, expresando valor con mucha precisión y de modo conciso. Esto aplica a las relaciones con los miembros del equipo y con agentes externos, es decir, en todos los ámbitos de la empresa.

Por su parte, Roberto Pérez Marijuán aporta como novedad que, en un entorno cada vez más tecnológico y en plena transformación digital de empresas de todos los tamaños y sectores, otras dos habilidades:

·        Interpretación de los datos. En un entorno en el que cada vez tenemos más información, casi en tiempo real, es necesario saber reunir y seleccionar lo relevante y utilizarlo de forma que impacte directamente en la mejora de cualquier área del negocio.

·        Inteligencia emocional. Una destreza clave, ya que en un mundo cada vez más veloz e incierto en el que el estrés forma parte de nuestra vida, la conexión emocional y la capacidad de comprender y gestionar las emociones propias y ajenas son fundamentales.

REPENSAR EL MODELO DE RELACIONES HUMANAS EN LA ERA DE LA TECNOLOGÍA

La gestión remota, la colaboración a través de múltiples plataformas y la toma de decisiones basada en análisis de datos se han vuelto fundamentales. Asimismo, la comprensión de la inteligencia artificial, el aprendizaje automático y la analítica avanzada se convierten en un activo indispensable para la toma de decisiones estratégicas.

Así lo afirma el profesor Roberto Pérez Marijuán de EALDE Business School, que apunta que mientras la tecnología avanza, la importancia de las relaciones humanas no disminuye, sino que se vuelve aún más crítica: “En este contexto digital, los directivos, en su papel de líderes, deben repensar cómo fomentar la comunicación efectiva, la empatía y la generación de relaciones sólidas entre los componentes de sus equipos, al igual que las que se producen en entornos físicos”.

Para Juan José Romero Crusat, “las empresas deben cambiar de objetivo. El enfoque a la productividad deja paso a la cultura de la innovación y las personas no se gestionan del mismo modo en el primer caso que en el segundo”. Los entornos para la productividad están plagados de normas y procedimientos que el personal debe ejecutar de modo preciso, mientras que, según este experto, “los entornos de innovación deben dejar espacio para que el talento aporte ideas susceptibles de convertirse en propuestas de valor diferencial. Sin duda que el modo de relacionarnos del pasado debe ser revisado en esta nueva etapa”.

 LA GENERACIÓN Z, ASIGNATURA PENDIENTE

Los integrantes de la Generación Z tienen motivaciones para el trabajo diferentes a los de generaciones precedentes. Buscan oportunidades en donde aplicar el talento, que sean retadoras y les aporten desarrollo profesional. Odian los puestos de trabajo monótonos y buscan trabajar en proyectos.

Es por ello por lo que Juan José Romero Crusat explica que el modo de gestionarlas debe ser diferente y contemplar sus singularidades: “Los líderes tienen como reto integrar a este colectivo en una organización y, para poder hacerlo con éxito, se precisa, entre otras, tener mucha empatía para entender las motivaciones del colectivo, ser un líder ejemplar e inspirador, saber empoderar a las personas y reconocer sus logros, y, sobre todo, tener capacidad para delegar responsabilidades. Las personas de la Generación Z aman la autonomía y hay que otorgársela. No todo el mundo saber hacerlo”.

En opinión de Roberto Pérez Marijuán, para conectar con ellos “hay que tener en cuenta que la Generación Z destaca por su creatividad y dominio de la tecnología, pero que también lo hacen por su dificultad para concentrarse y falta de paciencia en procesos que requieren tiempo y esfuerzo. Quienes deban liderar estos equipos deben comprenderlos a un nivel profundo y tener habilidades de comunicación por encima de la media”.

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